La chufa es el ingrediente clave de la horchata. Es un tubérculo que nace de la planta Cyperus esculentus, también conocida como juncia avellanada. Cuando los españoles pensamos en la chufa o en la horchata, nuestra mente viaja al Mediterráneo. Sin embargo, aunque Valencia es la cuna española de la chufa, la mayor parte de la producción mundial proviene de África. Su ecosistema originario fue el Sahel, una pequeña zona situada entre el desierto del Sáhara y la sabana sudanesa, donde siempre se ha consumido como un alimento de supervivencia.
Ahora este tubérculo deleita los paladares más exigentes de todo el mundo. Los seguidores de la dieta paleolítica han elevado la chufa a la categoría de superalimento y su demanda ha aumentado de forma considerable en países como Estados Unidos, Reino Unido o Alemania. En el mundo se conoce como la revolución de la chufa.
Uno de los derivados más dulces y refrescantes de la chufa es la horchata. La podemos tomar en cualquier momento del año. El reglamento que regula la producción de esta bebida es el Real Decreto 1338/1988, de 28 de octubre, por el que se aprueba la Reglamentación Técnico-Sanitaria para la Elaboración y Venta de Horchata de Chufa. En esta normativa, y en posteriores regulaciones, se establece qué aditivos están permitidos para elaborar y mantener en óptimas condiciones la horchata.
La chufas han sido uno de los primeros alimentos consumidos por la humanidad. De ahí que la incluyamos en la moderna dieta paleolítica de hoy en día. Si los egipcios empezaron a plantarlas hace más de cuatro mil años para poder comérselas, hace más de dos millones de años, durante el Pleistoceno inferior, el homínido Paranthropus boisei se alimentaba casi exclusivamente de chufas. También se le conoce como el Hombre Cascanueces, y es uno de los parientes más cercanos del Homo Sapiens.
La horchata es la bebida de chufa más conocida. No obstante, cada vez se presentan más derivados de la chufa como son miel, patés, cremas de licor, turrón, aliños, chocolate, repostería y los tubérculos preparados para consumir directamente. Todos estos alimentos mantienen los valores nutritivos de las chufas.
La leche de chufa es rica en almidón, aminoácidos y en minerales como el fósforo, el calcio, el magnesio o el hierro, proteínas y grasas insaturadas. Además, es una bebida con bajos niveles de sodio, por lo que es muy recomendable para las personas que padecen hipertensión.
La horchata, de origen vegetal, tiene beneficios similares a los del aceite de oliva, previene enfermedades cardiovasculares y ayuda a reducir los niveles de colesterol.
Si comparamos los beneficios de consumir horchata frente a otro tipo de refrescos sin alcohol, podemos decir que es ideal para los niños, embarazadas y ancianas, ya que no contiene ningún estimulante. Tiene menos calorías que otras alternativas, y las que tiene son nutrientes para nuestro organismo. El almidón y los aminoácidos contribuyen a mejorar nuestro sistema digestivo.
En cuanto a sus propiedades nutricionales, podemos afirmar que la horchata es una bebida energética que no contiene glucosa. Los pacientes obesos con diabetes la pueden tomar sin aditivos de sacarosa extra, es más, la arginina les ayudará por sus propiedades insulinógenas.
En conclusión, la horchata es una de las bebidas más completas que podemos tomar para llevar una vida sana. Mantiene un equilibrio óptimo de micro y macronutrientes gracias a sus aminoácidos, sus valores energéticos y sus propiedades reguladoras, como son los minerales y las vitaminas.
El proceso de elaboración de la horchata mantiene su esencia artesanal, al tiempo que cumple con el reglamento técnico sanitario que exige la normativa para su preparación y fabricación.
Una pequeña zona de la región valenciana sigue cultivando chufas, pero la gran parte de la producción mundial proviene de África. El primer paso es lavarlas con agua clorada para eliminar todas sus impurezas. Una vez están todas lavadas, se procede a seleccionar las de buena calidad. La selección se realiza sumergiendo las chufas en una salmuera con un alto contenido en sal, las que flotan se eliminan, ya que no mantienen una óptima calidad.
Las chufas que se consideran buenas se lavan otra vez para eliminar los restos de sal y se hidratan sumergiéndolas, de nuevo, en el agua potable.
La desinfección de las chufas es un proceso importante para garantizar la calidad de la horchata que consumiremos después. El proceso que se sigue para desinfectar los tubérculos consiste en agitarlas durante 30 minutos en un preparado con agua que contiene un 1 % de cloro activo. A continuación, se vuelven a lavar hasta que se elimina el tratamiento germicida para su desinfección.
Una vez se han desinfectado todos los tubérculos, se trituran en un molino. También se añaden unos tres litros de agua por cada kilo de chufa seca con el objetivo de evitar el apelmazamiento. Cuando las chufas ya están trituradas, se maceran. Si el proceso de hidratación ha sido de más de ocho horas, normalmente, se suprime el paso de la maceración.
Los tubérculos triturados pasan por un proceso de prensado. El primer extracto se tamiza y se mezcla con los restos que han quedado en el proceso, se añaden dos litros más de agua por cada kilo de chufa, se vuelve a prensar y a tamizar, y así se obtiene el resultado final. Después se le añade el azúcar y la horchata se enfría a temperaturas de 0º.
Para optimizar el proceso, garantizar la calidad y la conservación de la horchata, los fabricantes añaden un conjunto de aditivos permitidos y regulados en la legislación vigente.
La regulación técnico-sanitaria por la que se rige la preparación de la horchata de chufa es el Real Decreto 1338/1988, de 28 de octubre. Los aditivos permitidos en la horchata son:
Son las moléculas que previenen la oxidación de la horchata. En la bebida de chufa están permitidos: E-300: Ácido L-ascórbico, E-301: L-ascorbato sódico y E-320:Butilhidroxianisol (BHA). Si no se utilizasen se podría oxidar la bebida de chufa. La oxidación produce radicales libres que dañan las células, los antioxidantes lo evitan.
Los emulgentes o emulsionantes son aditivos que se utilizan para mezclar dos sustancias, en la industria alimentaria se utilizan para facilitar el proceso de emulsión de los ingredientes, es decir, para mezclarlos bien.
En la preparación de la leche de chufa están permitidos los siguientes: E-322: Lecitinas, E-471: Mono y digliceridos de los ácidos grasos, E-472 b): Esteres lácticos de los mono y diglicéridos de los ácidos grasos, E-472 c): Esferes cítricos de los mono y diglicéridos de los ácidos grasos y E-481: Estearoil -2-lactilato sódico.
Los espesantes se añaden para mejorar la estabilidad sin alterar el sabor. Nos permiten sentir la textura y cohesión de la horchata cuando la tomamos.
En la bebida de chufa están permitidos el E-331: Citratos de sodio, E-339: Ortofosfato de sodio, E-450 b) i): Trifosfato pentasódico, E-450 b) ii): Trifosfato pentapotásico, E-407: Carragenanos, E-412: Harina de semillas de guar, E-415: Goma Xantana, H-4512: Caseinato sódico.
Están admitidas en las horchatas en polvo B.P.F. las enzimas amilolíticas y las dextrinomaltosas. Las enzimas amilolíticas son una alternativa a la química natural y previene la creación de sustancias no deseadas en los alimentos. Por su parte, las dextrinomaltosas son hidratos de carbono, azúcares alternativos a la lactosa.
La normativa legal regula el proceso de fabricación, el de almacenamiento y el de conservación para garantizar la seguridad alimentaria de la leche de chufa. Es obligado seguir todo el proceso de fabricación que marca la legislación vigente para que podamos consumir la horchata con total normalidad. Los fabricantes también han de seguir toda una serie de normas de higiene y desinfección en el proceso de elaboración y en el de almacenamiento.
Está completamente prohibido utilizar o almacenar en la fábrica aditivos no permitidos, utilizar agua que no sea potable, mezclar horchata de chufa con otra que no lo sea, añadir aromas que no sean de canela o de limón, así como poner a la venta horchata que esté adulterada, contaminada o alterada.
Los fabricantes de horchata tienen permitido utilizar todo un conjunto de aditivos para conservar y evitar la oxidación de la bebida de chufa. Cada uno de ellos ha de mostrarse en el etiquetado para que los consumidores seamos conscientes de ello. En la normativa se establecen los límites y se regula todo el proceso de preparación de la horchata. La bebida que nos permite saborear la chufa, ese tubérculo que ha alimentado al hombre durante millones de años. En una vida sana no puede faltarnos la horchata de chufa.
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